Actualmente en las escuelas se habla de ambiente, espacios y microespacios. Y cada uno de estos términos representa un conflicto conceptual ante la diversificación de formas de hacer y pensar.
Podríamos decir que el espacio de la escuela debe estar preparado conscientemente para que el aprendizaje se dé a partir de la exploración y la investigación autónoma de niños y niñas. Estos espacios se caracterizan por:
- Estar en un contexto con una cultura propia que se construye con el encuentro con uno mismo y con los demás.
- Tener una energía propia según el tipo de actividad que se desarrolle en cada ambiente y según los estados de ánimo y elementos polisensoriales que se dan y se encuentren.
- Cada espacio tiene una personalidad propia, lo que permite desarrollar un tipo de acción y crear un tipo de pensamiento determinado.
Se entiende que el espacio habla a través de un lenguaje de luz, colores, olores, microclima, materiales… La relación que establecen las criaturas con el espacio le conceden multiplicidad de aprendizajes y sensaciones. Los niños son muy sensibles a las cualidades sensoriales que ofrece el espacio; tienen una capacidad de percepción y de juicio estético mucho mayor que los adultos. Por tanto, toda la información que le llegue sobre el espacio debe poder emocionarles.
Así, encontramos una dimensión del espacio que se puede oír, pero no tocar, es lo que decimos ambiente.
El ambiente se convierte en una dimensión perceptible a nivel sensorial, como una atmósfera o energía que envuelve el espacio.
El espacio es aquí el lugar físico en el que tienen lugar las acciones, donde los niños y los adultos habitan e interactúan. Está limitado por paredes, rejas, techos, muros…
Los microespacios representan una organización del espacio físico en pequeñas (o grandes) zonas de exploración e interacción con uno mismo, otros, el entorno y el material. A través de su acción espontánea, las criaturas encuentran zonas donde desarrollar habilidades, adquirir recursos y asumir retos, preparado de forma esmerada y respetuosa, ofreciendo diversidad según las necesidades y los momentos evolutivos de las criaturas. Pero esto lo veremos más adelante, en esta formación.
La dimensión psicológica del espacio en un entorno educativo es fundamental, ya que no solo influye en el aprendizaje cognitivo, sino también en el bienestar emocional y social de los niños. Cada aspecto del diseño y uso del espacio tiene un impacto significativo en cómo los niños perciben, interactúan y responden a su entorno.
Efectos de la distribución y organización del espacio
La manera en que se distribuye y organiza el espacio puede afectar profundamente la conducta, la interacción y el enfoque de los niños. Un espacio bien organizado fomenta la autonomía y facilita la navegación y el uso independiente de los recursos. Esto no solo ayuda a los niños a sentirse más seguros y competentes, sino que también reduce la ansiedad y mejora la concentración.
Atención a la polisensorialidad
El entorno debe apelar a todos los sentidos, proporcionando estímulos visuales, auditivos, táctiles, olfativos y gustativos que sean enriquecedores y no abrumadores. La integración sensorial juega un papel crucial en el desarrollo cognitivo y emocional, ayudando a los niños a hacer conexiones más profundas con el material de aprendizaje y entre ellos.
La mirada hacia la criatura
Este punto se refiere a diseñar el espacio desde la perspectiva y a la escala del niño, asegurando que el entorno sea accesible y relevante para sus necesidades y capacidades. Un espacio que “mira” al niño promueve un sentido de pertenencia y valor, fundamental para el desarrollo de la autoestima y la confianza.
El acompañamiento de la persona adulta
La presencia y el rol de los adultos en el espacio son cruciales. Deben actuar como facilitadores y no como obstáculos para el aprendizaje. Su acompañamiento debe ser sensible y receptivo, ajustándose a las necesidades emergentes del niño, lo que permite un desarrollo más armonioso y adaptativo de cada individuo dentro del grupo.
La estructura y el ritmo
La estructura del espacio y el ritmo diario deben reflejar una coherencia que los niños puedan anticipar y entender. Esto incluye la transición fluida entre diferentes actividades y momentos del día, lo que ayuda a los niños a prepararse mental y emocionalmente para cada cambio, reduciendo el estrés y aumentando la eficacia del aprendizaje.
La respiración del grupo
Finalmente, el concepto de la “respiración del grupo” se refiere a la capacidad del espacio para permitir que el grupo de niños expanda y contraiga sus actividades de manera orgánica. Un espacio que “respira” adecuadamente ofrece oportunidades para la interacción grupal e individual, permitiendo momentos de colaboración, así como de introspección individual, según lo necesiten los niños.
1.1. ¿Cómo atedemos estas dimensiones del ambiente psicológico según cada grupo de edad?
| De 1 a 3 años | De 3 a 6 años | De 6 a 8 años | |
| Distribución y organización | Espacios amplios para la exploración y libre movimiento. Evitamos microespacios porque es una etapa global y amplia. | Los microespacios dejan intuir zonas de exploración separadas y diferencias, pero el lenguaje global continúa siendo el principal. | Cada vez las áreas son más diferenciadas, permitiendo generar pensamientos globales, pero a la vez iniciándonos en la especialización por áreas. |
| Polisensorialidad | Atención a todos los sentidos. Todos los materiales deben servir para explorar sensorialmente, es la vía de acceso del exterior al interior. | La exploración sensorial se vuelve en refinamiento sensorial. Es importante atender todos los sentidos, como vías de acceso a futuros aprendizajes más concretos. | Lo sensorial se concreta y se vuelve más abstracto. Es importante atender a los olores (hablaremos de aromaterapia) y continuar trabajando el refinamiento sensorial. |
| Mirada hacia la criatura | La mirada es individualizada, debemos atender las necesidades de cada criatura por separado y el ambiente debe proyectar estas necesidades. | Podemos observar patrones compartidos entre grupitos de criaturas que están en el mismo momento evolutivo. Podemos organizar las necesidades por grupitos, favoreciendo un sentido de grupo. | Las necesidades individuales continúan siendo importantes y fundamentales, pero la conciencia de comunidad cada vez es más grande a estas edades. |
| Acompañamiento de la persona adulta | La persona adulta es un referente que debe hacer sentir a las criaturas como si estuvieran en su casa. | La escuela como una extensión del hogar, el acompañamiento amoroso y cercano. | La persona adulta empieza a tomar cierta distancia, también demandada por las criaturas. El ambiente es hogareño pero cada vez se vuelve más formal y académico. |
| Estructura y ritmo | El ritmo diario y semanal organizan y estructuran a las criaturas. Es un ritmo natural y orgánico que fluye pero que también marca límites. | El ritmo diario debe contemplar los momentos de concentración y los momentos de explosión, para poder organizar el horario atendiendo el máximo posible a las necesidades del grupo. Las criaturas pueden empezar a participar en la estructuración del dia y la semana. | |
| Respiración de grupo | Muy orgánica, nos ayuda a comprender qué momentos son de concentración, y cuáles son de proyección al mundo. Aprovecharemos aquellos de expiración para salir a jugar fuera, hacer juegos corporales, rítmicos, teatros… Y los momentos de inspiración para jugar tranquilamente dentro y hacer actividades que requieran más concentración. | ||
En conjunto, estos elementos no solo crean un ambiente físico apropiado, sino que también contribuyen a un clima emocional y psicológico que apoya integralmente el desarrollo de los niños. La consideración cuidadosa de estos factores en el diseño y la implementación del espacio educativo puede tener un impacto profundo y duradero en el bienestar y el aprendizaje de los niños.