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¿Qué nos dice la neurociencia sobre cómo aprenden los niños?

Descubrimientos sobre el cerebro que están transformando la educación

El campo de la neurociencia ha avanzado significativamente en las últimas décadas, aportando conocimientos esenciales sobre el funcionamiento del cerebro y cómo este procesa la información.

Estos descubrimientos están teniendo un impacto directo en la manera en que se diseñan los entornos educativos y cómo se desarrollan nuevas metodologías de enseñanza.

La neurociencia aplicada a la educación nos ofrece una visión más profunda sobre los procesos de aprendizaje y cómo se pueden optimizar para mejorar el rendimiento académico y el bienestar de los estudiantes. Este artículo explora algunos de los hallazgos clave y cómo están influyendo en la enseñanza.

El cerebro infantil y el aprendizaje

Uno de los descubrimientos más importantes de la neurociencia aplicada a la educación es la plasticidad cerebral, es decir, la capacidad del cerebro para adaptarse y reorganizarse en función de las experiencias. Durante la infancia, esta plasticidad es particularmente alta, lo que significa que el cerebro de los niños está en una fase de rápido desarrollo y aprendizaje. Esto tiene implicaciones profundas para la educación, ya que el entorno y las experiencias a las que están expuestos los niños pueden moldear significativamente su desarrollo cognitivo y emocional.

La plasticidad cerebral también subraya la importancia de un enfoque educativo que no solo transmita conocimientos, sino que también ofrezca oportunidades para el desarrollo de habilidades sociales, emocionales y motoras. Las actividades que involucren la creatividad, el movimiento y la interacción social estimulan diferentes áreas del cerebro, favoreciendo un aprendizaje integral.

La importancia de la emoción en el aprendizaje

Otro aspecto clave que la neurociencia aplicada a la educación ha revelado es el papel fundamental de las emociones en el proceso de aprendizaje. El cerebro no es solo un procesador de información cognitiva; también está profundamente influenciado por el estado emocional del individuo. Las emociones positivas, como la curiosidad, la motivación o la alegría, activan áreas del cerebro relacionadas con la memoria y la atención, facilitando un aprendizaje más efectivo.

Por otro lado, las emociones negativas, como el estrés o la ansiedad, pueden bloquear el acceso a estos sistemas de memoria y reducir la capacidad de concentración. Por ello, es fundamental que los entornos educativos promuevan un ambiente seguro y estimulante donde los niños se sientan motivados a aprender sin miedo a cometer errores. Este enfoque emocionalmente seguro mejora la retención de información y fomenta un aprendizaje más profundo.

El aprendizaje multisensorial y el cerebro

La neurociencia aplicada a la educación también ha demostrado que los niños aprenden mejor cuando se les expone a experiencias de aprendizaje multisensoriales, es decir, cuando se involucran varios sentidos en el proceso de aprendizaje. Cuando los niños pueden ver, escuchar, tocar e interactuar con el material, su cerebro crea múltiples conexiones neuronales que refuerzan la comprensión y retención de la información.

Por ejemplo, el aprendizaje práctico, donde los niños experimentan de manera tangible los conceptos que se les enseñan, es mucho más efectivo que la simple exposición a textos o explicaciones verbales. Esto ha llevado a un aumento en el uso de métodos de enseñanza como el aprendizaje basado en proyectos, el uso de tecnologías interactivas y las experiencias inmersivas, que estimulan varios sentidos y facilitan un aprendizaje más completo.

El sueño y su impacto en el aprendizaje

Otro aspecto que ha revelado la neurociencia aplicada a la educación es la relación entre el sueño y el aprendizaje. Durante el sueño, el cerebro realiza un proceso esencial de consolidación de la memoria, en el que organiza y almacena la información aprendida durante el día. Los niños, en particular, necesitan suficiente sueño para que sus cerebros puedan llevar a cabo este proceso de manera efectiva.

La falta de sueño afecta negativamente la capacidad de concentración, la atención y la memoria, lo que tiene un impacto directo en el rendimiento académico. En este sentido, los educadores y los padres deben ser conscientes de la importancia de fomentar buenos hábitos de sueño como parte integral del desarrollo infantil y del aprendizaje.

La memoria y el aprendizaje en fases

La neurociencia aplicada a la educación también ha demostrado que el aprendizaje ocurre en fases. El cerebro necesita tiempo para procesar y consolidar nueva información. Esto significa que es más eficaz enseñar en intervalos de tiempo, con descansos y repeticiones, en lugar de sobrecargar a los estudiantes con demasiada información de una sola vez.

Este concepto ha llevado a una mayor adopción de técnicas como el aprendizaje espaciado y la práctica intercalada, que distribuyen el aprendizaje a lo largo del tiempo y mejoran la retención a largo plazo. Además, estos enfoques permiten que el cerebro refuerce las conexiones neuronales y asocie nuevos conocimientos con los ya existentes, promoviendo un aprendizaje más profundo y duradero.

Cómo estos hallazgos están cambiando la educación

Los descubrimientos de la neurociencia aplicada a la educación están transformando la manera en que se estructuran los entornos educativos. Las escuelas y los docentes están adoptando enfoques más centrados en el alumno, que respetan los ritmos individuales de aprendizaje y reconocen la importancia del bienestar emocional y físico para el rendimiento académico.

Hoy en día, las metodologías de enseñanza buscan ser más activas, colaborativas y multisensoriales, fomentando la interacción entre los estudiantes y el material de estudio de una manera más dinámica y significativa. Al mismo tiempo, se pone un mayor énfasis en la creación de ambientes de aprendizaje emocionalmente seguros, donde los estudiantes puedan sentirse apoyados y motivados para aprender.

La neurociencia aplicada a la educación nos ha proporcionado una comprensión mucho más detallada de cómo aprenden los niños, revelando la importancia de factores como la emoción, el sueño, el aprendizaje multisensorial y la plasticidad cerebral.


Estos descubrimientos están cambiando la forma en que los educadores diseñan sus métodos de enseñanza, promoviendo enfoques más integrales y personalizados que respetan la complejidad del cerebro infantil.

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Yo soy Jenny, maestra de profesión (y por pasión). Actualmente me dedico a acompañar y formar a profesionales de la educación inquietos, con ganas de cambiar la imagen y miradas en y hacia la escuela y la infancia. Me he especializado en psicomotricidad, neuropsicología y métodos de investigación en la innovación curricular. Me formé en educación viva y he podido llevar a cabo toda esta transformación en diferentes proyectos de educación viva en los que he participado como acompañante.

Soy mamá de Leo, de 2 años y de Emma, que nació el pasado agosto. Si mi mirada hacia la educación ya era transformadora y revolucionaria antes de nacer mi hijo, ahora ya es totalmente radical. Algo no se está haciendo bien, y mis inquietudes me llevan a acompañar el cambio de mirada y a despertar consciencias.